Más allá de la Coyuntura
Por Andrés Navarro
Con el triunfo en las elecciones presidenciales del 2004 el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se consolidó como organización política y maquinaria electoral. Desde ese momento, recorrió un camino de éxitos electorales en los siguientes años. Ahora bien, los éxitos electorales no siempre representan éxitos políticos. Resulta que el segundo PLD fue experimentando una relación inversa entre su dimensión política y su dimensión electoral entre el 2004 y el 2016. Es decir, a mayor fortalecimiento de la maquinaria electoral menor solidez de la estructura política. Esa tendencia devino en el agotamiento del paradigma de partido político de masas, lo cual se expresó en la derrota electoral del 2020.
Antes del retorno al Gobierno en 2004, el PLD experimentó lo que Richard Katz y Peter Mair (1993) denominaron “las tres caras” de la organización de un partido. En efecto, la primera cara “es el partido en el Estado (Congreso, Gobierno). La segunda es el partido en las bases (miembros, activistas, etc). La tercera es el partido en la oficina central (liderazgo y dirección nacional)”. Sin embargo, luego del triunfo electoral del 2004 prácticamente la totalidad de la dirección del partido pasó al Gobierno. Con este hecho la “cara partido en el Estado” y la “cara partido en la Oficina Central” se fundieron en una sola. Por dicha razón, el equilibrio que debía generarse entre las tres “caras” no se logró en el PLD.
Éxitos Electorales
Con el VII Congreso Dr. Rafael Kasse Acta del 2005, el segundo PLD concluye su fase de génesis. Desde el 2006 se experimenta el momento de desarrollo del partido de masas hasta el 2014. Fue una etapa de grandes éxitos, estableciendo una escalada de triunfos locales y nacionales. En efecto, el PLD ganó las elecciones del 2006, del 2008 y del 2010. También triunfó en las elecciones del 2012 y del 2016. Paralelamente, la matricula de miembros se incrementó de 1,415,561 en el 2005 a 2,678,927 en el 2014. Entre los factores que determinaron estos triunfos hay dos de singular importancia. Por un lado, las exitosas gestiones de gobierno y, por otro, la fortaleza de la maquinaria electoral.
Con tal lógica, electoralmente exitosa, la “armazón” (Maurice Duverger, 1957) del partido quedó supeditada a la lógica estatal y a la electoral. En otras palabras, la organización política fue reduciendo su perfil, mientras que la maquinaria electoral fue tornándose dominante. Esto quedó de manifiesto en el VIII Congreso Ordinario Norge Botello en el 2013. Precisamente el aspecto de mayor debate fue el relativo a la relación Gobierno – Partido – Sociedad. De alguna forma se aspiró a fortalecer la dimensión política de la organización como factor de identidad ante el Estado y la sociedad. Sin embargo, por diversas razones, la aplicación de las reformas acordadas se fue postergando indefinidamente.
Agotamiento del Paradigma
El paradigma exitoso de partido de masas inicia su agotamiento luego en el 2015. Varias de las anomalías que determinaron la crisis del modelo se originaron desde la misma etapa de génesis. Entre las mismas se destacó la postergación indefinida de renovación de los diversos niveles de dirección desde el 2005. Igualmente, la tensión progresiva entre los dos grandes liderazgos internos desde el 2006, por la pretensión de uno impedir la emergencia del otro. Además, la subordinación de la dimensión política a la electoral, especialmente desde el 2008. Como reflejo de esto fue la crisis interna desatada en el 2018 sobre el formato de primarias abiertas a establecer en la nueva ley de partidos políticos. Ya el debate no era ideológico, sino electoral. Estos y otros factores fueron creando las condiciones de la salida de un sector del partido, en el marco de las primarias abiertas del 2019.
Para el 2020 el paradigma de partido político de masas estaba totalmente agotado en el PLD. Por esa razón se repite la paradoja de la organización al perder las elecciones del 2000, a pesar del buen gobierno realizado desde 1996. Definitivamente, ya no se puede postergar el surgimiento de un nuevo paradigma partidario. Como lo he expresado anteriormente, ese nuevo modelo no debe ser la negación ni del partido de cuadros ni del partido de masas. El tercer PLD debe ser la superación del primero y del segundo, al interpretar la realidad de la República Dominicana que el mismo PLD ayudó a construir.